Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Más yo estoy entre vosotros como el que sirve. (S. Lucas 22:27)
Si bien es cierto que los dichos y hechos de Jesús nos llegan a través de las exquisitas compilaciones que cada evangelista redactó, también es cierto que dichas enseñanzas no eran elucubraciones filosóficas ni estériles teorizaciones sobre el sentido último de la vida al estilo de la academia griega contemporánea; las suyas eran amenas charlas que tomaban como vehículo de enseñanza lo más concreto a su disposición: la realidad contextual inmediata de los oyentes.
En su forma sustantiva, la palabra “diaconía” aparece muy pocas veces en el Nuevo Testamento. Cualquiera podría decir que éste sería un asunto de menor importancia para las comunidades cristianas del primer siglo y su praxis de vida. Sin embargo, sus variantes sí aparecen significativas veces en forma activa, como verbo y también como adjetivo, para referirse tanto a la acción de servicio realizada, como al calificativo para denominar a la persona, sujeto de dicha acción. En una interesante combinación, diakonos sería el calificativo para quienes desempeñaban acciones de servicio, mientras que diakoneo se utiliza para referirse propiamente a “el que sirve”. Las palabras de Jesús, aquí citadas según Lucas, utilizan dos veces este último término. E intentando dar a sus discípulos una visión mucho más amplia y renovadora de lo que entendían como servicio, utiliza una imagen de la cotidianidad: la cena.
Esta conversación en torno a la cena da muestras claras del “despiste” de los discípulos. La mano traidora compartía la mesa con ellos, pero parecían totalmente ajenos a tal realidad. Más bien, habían tenido una controversia sobre quién sería más importante, al tiempo que su Maestro se encontraba a punto de descender hasta lo más bajo de su ministerio: la cruz. ¡Tan lejos su mente y corazón de la mente y corazón de su Maestro! Las siguientes palabras esclarecen la “lógica” del proyecto de Jesús: la grandeza, según el mundo, es expresada y mantenida asumiendo los lugares de “señorío”; la grandeza, según Jesús, es encontrada asumiendo los lugares de “servicio”. Jamás se había dicho tanto en tan pocas palabras: “…yo estoy entre ustedes como el que sirve”. El camino escogido por el Señor hacia la grandeza es el del servicio; y no precisamente visto desde quien lo recibe, (hoy, como entonces, lo más “lógico” y deseado), sino desde quien lo ofrece.
Sentirnos interpelados, sería bueno; sentirnos desafiados a invertir, al estilo de Jesús, las lógicas y prioridades que animan nuestros caminos, sería mucho mejor.
Lic. Ricardo González Kindelán, Responsable Área de Biblia