¨…el
amor como el árbol, ha de pasar de
semilla, a arbolillo, a flor, y a fruto.
Empiezan las relaciones en la tierra por donde
debieran terminar….¨
(José Martí)
Es el segundo mes del año y se acerca
el 14 de febrero, tradicionalmente reconocido como el Día de ¨San Valentín¨,
aquel sacerdote que según cuenta la leyenda, casaba a los soldados en secreto.
Eran tiempos de amor y de guerras. En la actualidad perduran las batallas y
aunque resulta innecesario contraer nupcias en secreto, la fiesta por el Día del
Amor y la Amistad ha adquirido nuevos matices. Mientras unos atribuyen a las
adversidades de la vida cotidiana las causas de las fracturas de las hebras de
la ternura, otros se atreven a afirmar lo desarropados que andan y desandan la
amistad, el amor y otros valores. Lo cierto es que, algunas mediaciones
comunicativas refuerzan las convocatorias para incrementar los consumos de
productos culturales que tergiversan el contenido básico, la esencia de esta
necesidad humana: amar y ser amados.
¿Amar o no amar al prójimo? ¿Y qué
hago si ese prójimo es ¨… el cruel que me
arranca el corazón con que vivo…? Algunos intentos de definir al Amor sólo
consiguen diluirlo o vendernos representaciones sociales distantes de las
individuales experiencias subjetivas. El amor difiere de lo que nos contaron en
los cuentos infantiles: hemos despertado sin príncipes azules ni medias
naranjas. Sus puntos en común con otras expresiones afectivas pueden generar
confusiones con las emociones y las pasiones, dando al traste con apresuradas e
infelices decisiones. De cara a la amistad, deviene en posible conflicto.
Amar al prójimo remite al amor propio,
una construcción desfigurada frente a los eclipsados patrones -espejos de la
belleza. Amar al prójimo supone disfrutar y vivir el servicio desde la
emancipación. Amar al prójimo significa sellar con pensamientos, palabras,
gestos, actitudes, las franjas donde se
fractura el quehacer personal. Dulce
Ma. Loynaz respondería: ¨… amar lo
amable, no es amor… ¨ y aunque
Teresita Fernández nos invite a ¨…. poner
amor en las cosas feas…¨ evidentemente cuesta y muchas veces no se
consigue, amar lo ¨ áspero,
lo rudo, lo desapacible, incluso lo evaluado como diferente ¨ . Apremia
revisar las piedras, papeles y tijeras que usamos en nuestras relaciones
interpersonales. He ahí una ruta crítica para dar puntadas claves con miradas
género-sensibles a esta humanidad adolorida, conectada virtualmente con las redes sociales mientras permanece
enajenada de sus realidades inmediatas.
En vísperas de este 14 de febrero, el
área de Juventudes se reunió en la calle Santo Tomás entre San Ricardo y Santa
Isabel. No necesitamos ver para creer que el amor existe. Fuimos a ese
encuentro de antiguas y recientes amistades para reflexionar en torno a las concepciones de la amistad y los actuales modelos de relación de pareja,
en aras de fortalecer actitudes y
valores cristianos. Oramos para discernir y derribar las intenciones en nombre
de las cuales se comercializa un sentimiento en detrimento del primer
mandamiento. Oramos por la re-estructuración de los asimétricos trueques en
nombre de un pseudo-amor que sostiene
alianzas fusionales-dependientes que rozan con la violencia al obturar la
interdependencia. Oramos por la amistad, la multiplicación de los noviazgos bendecidos,
los matrimonios que renuevan sus votos. Apostamos por celebrar este, y todos los días, el amor, ya
sea desde el Cantar de los cantares o desde los fragmentos de este texto de
Khalil Gibrán:
¨… Ámense el uno al otro, pero no hagan del
amor una atadura, que sea más bien un mar movible entre la orilla de sus
almas…. porque el roble no crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la
sombra del roble y …. los pilares sostienen el templo aún estando separados… ¨
Lic. Idaliana Aleaga Antúnez , Colaboradora Área de Juventud
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