martes, 9 de abril de 2019

Experiencia


         Y cualquiera de vosotros que desee ser el primero, será siervo de todos. Mr 10:44

Imagina que tu árbol genealógico tiene profundas raíces ecuménicas. Y aunque no te congregues ni asistas a misa, tienes ¨…fe en el mejoramiento humano, en la utilidad de la virtud…¨ Imagina que la inspiración esencial que sembró tu abuela en la mitad de tu alma radica en: ¨… cultivar rosas blancas…¨  Por eso colaboras en el área de Juventudes y en el programa ¨Ética y Civismo¨ del Centro Lavastida y Loyola, respectivamente.
Entonces, te ofrecen estudiar en el Seminario Evangélico Teológico de Matanzas que, en coordinación con el Centro Memorial Martin Luther King Jr. han abierto un espacio formativo. Se denomina Escuela de Diaconía. Incluso el nombre es un misterio para ti. Revisas las aplicaciones en tu teléfono y no encuentras ni el significado de la palabra.
Dudas en matricularte. Te interpelan muchas interrogantes. Más te anclas en aquella melodía que convoca a la búsqueda del Reino y su justicia. Y, con una semilla de café, preparas tu equipaje con la certeza que será, un buen viaje. Y evocas la imagen de tu maestra de sexto grado: su trozo de pan, a Judas, ha obsequiado. Entiendes de Martí, sus Versos Libres, los Sencillos. Descubres por qué el amor antes de fruto, es arbolillo. Llegas a la escuela de Diaconía. Servida está la mesa. Recuerdas al hijo pródigo, y del Padre, su promesa. Un maestro te remueve una herida. Adviertes que brota sangre, también, de esa costilla. Comprendes la necesidad de amar a tu barro desde sus cimientos y a reconciliar la antítesis de tus elementos. Una sombrilla: didaje, leiturgia, kerygma, koinonia, diaconía….trae otro profesor.
No entiendes qué tiene que ver eso con el amor. Con asombro recorres de la Iglesia, la historia. Confirmas la importancia de desempolvar memorias. Distingues el trigo, de la cizaña. Entiendes por qué tejen redes las arañas. Laten las voces de otros marginados. Ves las cicatrices y optas por el diaconado. Visitas nuevos emprendimientos, reflejos de la parábola de los talentos. Aprendes a diseñar detalles, para hacerle cosquillas a Dios. Y contemplas, con gratitud, la salida del sol. De Amado Nervo a San Francisco de Asís. Disfrutas de un café, sabor a colibrí. Aprendes de la levadura, el fermento y la sal. Reconoces en la mirada del prójimo, un trozo de cristal. Y creces, creces, creces a la luz de la Educación Popular. De cada encuentro regresas diferente. Lo género sensible, enfoca tus lentes.  Piedras, papeles y tijeras, trocas en besos, servicios responsables y banderas.  Antes,  te animaba el competir. Te atravesaban los dilemas entre: servir o no servir. Después de vivir la  Escuela de Diaconía, te queda otro sabor:

Diaconía profética en nombre del Amor,
Lavar los pies al ser humano que yerra,
Tus sandalias empolvadas
 y el amor por tu tierra.


MsC. Idaliana Aliaga Antune, Coordinadora Programa de Capacitación




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